....Geoffrey Parrinder, en su libro Avatar y encarnación, afirma que avatar en esencia proviene del sánscrito avatâra (del verbo trî, cruzar, alcanzar, salvar, con el prefijo ava, abajo; y de ahí ava-trî, descender a, aparecer, encarnar). Un avatar es “algo que baja”, una manifestación de cualquier deidad en la tierra o un descenso de los cielos, pero se aplica especialmente a los descensos de Vishnú.
....El dios de los avatares como se ha denominado a Vishnú, es un tanto antropomórfico y su actividad principal en los Vedas consistía en dar tres pasos gigantes a través del universo, de los tres reinos de la tierra, del aire y de los cielos. Se le compara a una bestia asustada, perseguida por las montañas, o a un toro que corre a grandes zancadas. Junto a sus avatares quizá incorporando también los del Valle del Indo o las deidades del bosque, Vishnú emergería como la deidad que hasta la fecha es la más grande, o el único Dios para millones de hindúes.
....Tradicionalmente a Vishnú se le adjudicaron veintiocho avatares, a medida que las deidades del panteón védico se fueron incorporando a los últimos poemas épicos, pero hacia el siglo XVIII se le reconocían diez.
....En el Mahâbhârata se citan en muchas ocasiones varios avatares y manifestaciones de dioses. En el decimosegundo libro de la Épica (Shânti Parva), se relata el mito cósmico popular donde Vishnú duerme en el océano primordial, descansando y resguardándose bajo las caperuzas de la cobra de mil cabezas, Shesha o Ananta¸ el infinito. Mientras Vishnú duerme, un loto surge de su ombligo, del que nace el dios Brahma, quien crea el mundo. Éste perdura durante miles de eras fundiéndose al fin de nuevo en Vishnú. El proceso de creación y fusión tiene lugar eternamente, en grandes ciclos. Dentro de cada ciclo hay cuatro grandes eras (yugas): Krita, Treta, Dvupara y Kali. Estas eras son, respectivamente, blanca, roja, amarilla y negra. Los avatares se distribuyen entre las eras según sus respectivos colores.
....En cuanto a los avatares de Vishnú (que tienen por misión salvar la raza humana) se puede nombrar los siguientes: el avatar pez (matsya) proviene de un mito anterior a fin a otras antiguas leyendas orientales sobre la inundación y el rescate del hombre en un barco.
....El avatar tortuga (kûrma) tiene orígenes igualmente entremezclados. A la tortuga se le ha denominado la savia vital de los mundos y se la equipara al sol; la parte inferior de su caparazón es la tierra y la superior, el cielo. El jabalí (varâha) es un avatar mucho más popular que los anteriores. Se cuenta que tras la primera inundación, Vishnú, voló sobre las aguas como una luciérnaga y vio que era necesario levantar la Tierra sumergida. Así que tomó la forma de un jabalí salvaje gigante, que hundió sus colmillos para levantar la Tierra y devolverla a su lugar. El avatar hombre-león (Nara-Simha) asumió forma para destruir a un demonio-rey, de atuendos dorados. Vishnú aparece como un enano (Vâmana) que daba tres grandes zancadas al universo para quedarse con todo. También existen dos Ramas a los que se les considera avatares de Vishnú. El primero es Parashu-Rama (Rama con el hacha) y el más grande avatar Rama que es Rama-Chandra (Rama-luna, aunque pertenecía a la raza solar). Krishna el avatar humano de Vishnú en el Mahâbhârata es un maestro divino a través de sus diálogos. Y el último de los avatares, según la gran épica, es Kalki, el avatar que aún ha de llegar para destruir todo el mal y restaurar el reino de Vishnú.
....Es la escena de ese descenso de los avatares, signos errantes del universo, en la que cada diferencia imprime en cada cual su marca diferente. Cada avatar va en el otro más allá de sí, multiplicado, compartido originariamente, sin medida común. De una y otra parte, uno y otro descenso, el encanto y la ocasión del acogimiento.
....Aldous Huxley dijo que “todo ser humano puede convertirse en avatar por adopción”, en tanto la semejanza es el umbral de una aparición que se demora sin término y se convierte en la transparencia de los dioses del otro inicio que esculpen sus avatares en las rocas con el perseverante cincel del viento y los océanos, con el fuego interno del planeta, para congelar el tiempo en este mundo donde la vida emerge, crece y se transforma (“la muerte es cambio” pareciera decir la tierra cuando se traga a sus muertos). Esos mismos dioses artistas son los que hacen suya la voluntad de los pueblos, para vaciar en pirámides y templos, en monumentos hechos con sangre, lágrimas y excremento, la eternidad, y recordar que una tarea magna está ejecutándose. Sólo entonces el universo se completa en una interminable espiral divina, en la concha del caracol, cuando al morir el día renace la noche; con la seguridad de que al cerrarse los ojos permanecerá una música omnipresente, y que al apagarse los oídos, el viento acariciará la piel.
....En esa medida saberse mortal es saber dar lugar a los Dioses que vienen… dibujados, señalados en las huellas del enigma: de lo revelado que apela. Y es precisamente ahí, aquí, en el instante del encuentro que del ser brota, que se anuncia un estar por venir: el avatar como futuro. Un avatar que consiste en estar viniendo, en el que un punto de fuga disipa en el recuerdo los dioses huidos. Dado que los avatares nunca se fueron, sus palabras nacientes están-siendo-con-nosotros. Sólo ellos dejan que en sus palabras, como flores, constantemente se presienta lo que falta, lo que nos aguarda, porque sólo guardan el “estar al venir” de los dioses. Por eso son capaces de ofrendar su vida en el sacrificio (arte, poesía, pensamiento) que deja abierto, inminente, lo que ad-viene.
....Si los hombres tienen historia, ello se debe únicamente a que los avatares pasan fugazmente –están pasando al pasar–, a la vez que en cada uno se obra el origen del mundo, en la rapidez que lo aproxima y que lo aleja, como acontecimiento del darse en su rumor sin límites.
....Es así como sin un punto de partida, o uno de llegada, el avatar traza su propio camino en el espacio de la memoria, a la manera como traza el viento surcos sobre las arenas del desierto, para inaugurar un diálogo que recurre a la hospitalidad, en el que pensar, escribir, dibujar es hacerse semejante. La escritura, el pensamiento, el dibujo son sólo aproximaciones sutiles a la semejanza, juegos de aproximaciones; fuegos combinatorios en lucha con su vacío, frente a su esencia, donde el grito del vocablo áureo traza letras e imágenes como ojos que nos miran.
....Crear sería, entonces, hacer entrar el vocablo en el tiempo parcialmente explorado de nuestros límites para que en la página, el indeleble avatar sea escuchado, recibido y leído; y su fuerza se abra al texto a través de la pregunta que se hace y que nos hace, en el lugar del re-encuentro donde las palabras son ventanas, puertas entreabiertas, que se logran reconocer por la presión que nuestras manos ejercen sobre ellas, por las huellas que dejan.
....De este modo, cada voz aparece en sí misma como una apertura desde el corazón de la creación, hacia el espacio de la-s escritura-s, que se extiende y se pliega a mano, y la llamarada reiniciada de la multiplicidad, nos permite ser nuestro camino al pie de las páginas recorridas, en un resplandor parpadeante que se inscribe en la constelación de la escritura como anticipación de, y retorno a, la cultura. Lo anterior, implica un itinerario similar, digamos, al que llevaría una caravana en el desierto cuando se ve sorprendida por una tormenta y pierde el sentido de su ubicación: “Errar en la extensión infinita de lo que desciende y anticipa nuestra morada”.
....Ahora bien, ese errar esboza la singularidad de la cultura que consiste en su propio plural. La pluralidad expone la unidad, pero ese uno no es el uno de una vez por todas –como lo afirma Jean-Luc Nancy–: se produce todas las veces por una, y no en cada una de las artes sino en sus obras, una a una. Cada obra es, desde la dimensión de sus sentidos, la apertura de un mundo (y sus orígenes). Pero lo es en cuanto que el mundo como tal, es pluralidad de mundos.
....Es por eso que la realidad no significa por sí y en sí misma sino en la dimensión distinta de los saberes y sus escrituras, en la realización de la experiencia de la cultura. Conviene añadir que tanto la equivalencia singular y plural de la cultura, señala una articulación abierta, que constituye desde su trazo de unión, la manifestación de la comunidad como destino en el ámbito del llegar a ser-con-otros. En gran medida, se trataría de re-afirmar una singularidad plural en el horizonte de las identidades inauditas, en el orden del trazado siempre en obra, en la ficción que siempre se está inventando.
....En suma, una sobrevenida que se extiende hasta la ruptura y hasta el salto del llegar, donde el mundo se representa. Con todo, la antigua advertencia de las musas a Hesíodo adquiere una nueva resonancia: “Sabemos contar mentiras semejantes a la realidad, pero también sabemos, cuando queremos, proclamar verdades (semejantes a la realidad)”. Ahí, lo real no garantiza la verdad, si no que posibilita la necesidad de mundos posibles en el querer pensarnos desde una poética de lo diverso, teniendo en cuenta que la proyección del hombre desde lo cultural, es cuestión de avatares.
SOBRE OTROS AVATARES
....Por fin vemos las hojas de esta publicación, las palabras y manifestaciones de tantos escritores y artistas que han respondido a nuestro llamado. Gracias a ellos hemos rebasado todas las expectativas. Ahora podemos estar seguros de que ésta es una revista que reafirma las diferencias, tal como se lo propuso en su justificación como proyecto cultural, avalado por la Oficina de Formación Humanística de la Universidad de Nariño. Ese mismo proyecto, que comenzó como un sueño mutuo fantaseado en las bancas de la Plaza Central de una ciudad fría como lo es San Juan de Pasto, al sur de Colombia, se concretó, adquirió vida, y fue bienvenido; ahora los Avatares sólo pueden agradecer y seguir adelante, para abarcar todos los lugares en los que la creación artística exista.
....Las secciones propuestas desde la revista, articulan las representaciones de la creación que interactúan entre sí para hacerse visibles y construir un espacio de diálogos lo suficientemente crítico donde todo saber sea situado en su relatividad histórica y cultural. Así, se propone abrir un “tercer ojo” prolongado en un exigente nomadismo de las representaciones, en el que una nueva dimensión de la realidad sea el acontecer de las artes de la interrogación, para que tengan lugar de ser afirmadas entre la presencia del mundo y lo que queremos ser.
....En la Revista Cultural Avatares, el horizonte cultural se comprende desde su exposición simultanea que no es un lugar, sino la huella de los lugares, que anuncia la unión de las artes en la cesura abierta por la cultura; aquí, desde la periferia, las artes que se conjugan dentro de estas hojas re-definen la afirmación de lo multicultural y lo propio entre las complejidades para estar en el cruce de caminos que dialogan desde sus posibilidades éticas y estéticas en permanente creatividad. Aquello permite mostrar que la cultura, entendida hoy más que nunca, como un discurso interrumpido, puede pensarse desde sus silencios, sus escuchas, sus señales desde lejos.
....En este primer número, los avatares encarnan un solo corazón hecho de palabras e imágenes, que confluyen en el viaje interminable del español –“el viaje interminable de las palabras” como escribiera el escritor tolimense William Ospina–, que nos trae sus rumores del norte: España, Francia, Estados Unidos, México; y también el clamor del sur, desde Argentina, Chile, Venezuela. Pero en estas hojas también existe un pacto de hermandad con otros idiomas, esta vez, una versión del portugués de un manifiesto que nos llegó desde Rio Grande del Sur, el estado más austral de Brasil.
....Para la Revista Cultural Avatares es fundamental dar a conocer las voces y trazos que se desprenden desde esta tierra de Nariño, enclavada en la escarpada cordillera de Los Andes, en comunión a las escrituras que nos llegan desde el resto del país y todas las regiones del mundo, para que nuestros lectores puedan decir, como Aurelio Arturo, considerado el poeta del Siglo XX en Colombia: “Yo subí a las montañas, también hechas de sueños, / yo ascendí, yo subí a las montañas donde un grito/ persiste entre las alas de palomas salvajes”.
....Sólo nos resta decir que todo permanecer sea aun siempre por venir.