ISSN 2215-972X
ISSN 2215-9738

San Juan de Pasto, Nariño , Colombia

PORTADA PRIMER NÚMERO

PORTADA PRIMER NÚMERO
Ilustración de Jhon Felipe Benavides ©

14 de octubre de 2010

El VENTRÍLOCUO (Crítica)

LA SALSA : SIN DISCUSIÓN
Por: Carlos Arturo Ramírez Gómez

Cali



La ventriloquía es el arte de modificar la voz de manera

que parezca venir de lejos, y que imita las de otras
personas o diversos sonidos. En este texto, el
ventrílocuo canta sin parar haciéndose de las voces más
importantes de la Salsa, para decirnos que ella es una,
nacida de la confrontación existencial del músico con el
mundo; para que la música se escuche tan atentamente que
se desnude, y la desembaracemos de epítetos y se aprecie
más allá del consumismo inane. Y cuando termina de
cantar, la Salsa se reconoce, sin discusión, como un
género musical, definido e intemporal.

























Carátula de Ron Levaine



Ahora que a todo revoltijo musical del trópico le llaman Salsa, agregándole adjetivos que la ridiculizan, tales como Salsa balada, Salsa romántica, Salsatón, Salsa rosada, etc., y cuando aún los cubanos siguen reclamando el son como única realidad, desconociendo la Salsa, u hoy que la timba y el songo pretenden usurpar el trono de la música Salsa, o en los momentos frecuentes en que escuchamos a locutores desubicados promoviendo el guateque o las viejotecas, o cuando alguien nos expresa su gusto musical por la Salsa vieja o por la Salsa nueva, nos vemos obligados a cantar a los cuatro vientos que Salsa sólo hay una, sin adjetivos, intemporal, lejos del viejo son cubano, y sin afinidades con los aburridos y repetitivos timbas y songos cubanos de hoy.


La Salsa no es un asunto de moda, es nuestra música, a la que, como latinos de las grandes y pequeñas urbes, nos sentimos ligados existencialmente, ideológicamente, amorosamente, más allá de la rumba y del baile frenético que nos inspira. La Salsa es de las pocas expresiones artísticas propias de las barriadas latinoamericanas, cualquiera que haya sido su origen, que nos identifica como latinos urbanos. Esa combinación que en sus comienzos se nutriera de ritmos e instrumentos africanos, europeos, caribeños y latinos, tomó forma y personalidad propia hasta reclamar su presencia independiente. La Salsa no es una combinación de ritmos, ni es tampoco un ritmo cubano tradicional, por ejemplo una guaracha o un son, extendidos con variaciones melódicas y descargas instrumentales vacías y sin tema (como tampoco es el jazz, o el latin jazz);no, señores! Dejémonos de confusiones y a cada cual lo suyo. ¿Salsa bailable? ¿Salsa dura? ¿¡Habráse visto epítetos más pintorescos!? La Salsa es una expresión musical que no admite fines comerciales y que nace de la confrontación existencial del músico con sí mismo y con el mundo, sea cual sea su nacionalidad, porque ya la salsa no nos pertenece sólo a los latinos, y esa expresión es única, imposible de encasillar en otros géneros musicales, porque, ¡sí señor!, la Salsa es un género musical, no como algunos pretenden ignorarla incluyéndola de más en otros géneros. ¿En qué género musical incluirían estos señores un tema como Sonido Bestial de Richie Ray?, o ¿Un Día Bonito de Eddie Palmieri? ¿Serán estos dos temas sólo un ritmo cubano? Hay que ver cómo se han rasgado las vestiduras los músicos cubanos de ayer y de hoy ante la combinación que Richie patentó con música clásica: un Bach o un Chopin, metidos allí, entre los cueros bravíos y las trompetas infernales; tanto, que lo han desconocido como pianista (Patato ni siquiera lo nombra en su tema A los Pianistas).


La lista sería larga al evocar los temas de siempre, como El Cantante, o Congo Bongo, etc.; pero vaya usted confrontándose, amigo o amiga, que se declara amante de la Salsa, pues a lo mejor a usted le gusta es la balada tropical, o la cansona balada hablada y repetitiva de Gilberto Santa Rosa, o la nasal romanticona de Víctor Manuelle, o la raspa tropical tipo Guayacán, Son de Cali, o Grupo Niche, dizque representantes salseros colombianos (aunque de los primeros trabajos de Guayacán y Niche haya algo respetable como Nostalgia Africana o Cantando y Sonando, o Buenaventura y Caney, o Primero y qué), o cuando usted mismo(a) afirma que le encanta la Salsa vieja y que detesta la Salsa nueva, probablemente es un(a) consumista de la Salsa pero no como su problema existencial sino como una forma de verse diferente. ¡Y lo peor!: calificar de Salsa los aguapanelazos de Marc Anthony, ¡qué horror! Sentirse salsero(a) porque adora a este señor. ¡Qué esperpento! O como le ocurre a la gran mayoría de salseros de esta amada tierra del Galeras, fieles al son y a la guajira cubanos, a los que les otorgan ciudadanía salsera sólo porque las interpretan orquestas reconocidas en el mundo de la Salsa. No,h rmano, un bolero no pasa a ser Salsa por el hecho de ser interpretado por un duro de la Salsa: es bolero y no Salsa. Si no eres capaz de distinguir la Salsa de tanta raspa tropical y de los ritmos tradicionales caribeños, así como de tanta balada llorona y de catre, a lo mejor eres un reguetonero, y con esto no se sabe qué es peor; si tal cosa te ocurre, pinta un cero y esfúmate. Cambia el tumbao.

La Salsa no es un asunto de moda, es nuestra música,
a la que, como latinos de las grandes y pequeñas urbes,
nos sentimos ligados existencialmente, ideológicamente,
amorosamente, más allá de la rumba y
del baile frenético que nos inspira.

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